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13 de junio, por San Antonio

Bloggin Madrid

Por Ignacio Vleming

El 13 de junio se celebra la festividad de San Antonio Padua y otros años, por estas fechas, el Parque de la Bombilla acoge una verbena que para muchos jóvenes madrileños representa el fin del curso académico. Las mozas se acercan a la capilla para derramar en la pila bautismal 13 alfileres. Luego pasan la mano y, al contar cuantos se les han quedado pegados a la piel, descubren el número de pretendientes que tendrán ese verano.

Son tradiciones que en 2020 no podrán repetirse. Sin embargo la capilla de San Antonio de la Florida, decorada con los frescos de Francisco de Goya y panteón del genial pintor, abrirá sus puertas en esta paulatina vuelta a la normalidad este sábado. Del antiguo Real Sitio de la Florida, adquirido por Carlos IV como residencia de recreo para su esposa la reina María Luisa de Parma, sólo se conserva esta humilde capilla construida por el boloñés Filippo Fontana, que sustituyó a una ermita anterior dedicada al mismo santo, por el que sentían una gran devoción los madrileños. La cúpula, el ábside y las bóvedas las pintó el artista entre agosto y septiembre de 1798, con el objetivo de embellecer  el que durante un tiempo fue lugar de culto compartido tanto por la corte y como por el pueblo.

Los frescos podrían haber ilustrado el milagro de las cerezas, motivo por el que se dio el apodo de guinderos a los fieles de San Antonio. Según reza la tradición, hace mucho tiempo, un arriero subía con un burro cargado de guindas por la cuesta de la Vega cuando, por desgracia, se le rompieron los amarres de las alforjas y la mayoría rodaron por el suelo.

Mientras el pobre hombre suplicaba la ayuda del santo, un franciscano se paró a recogerlas con él. Después de vender caso la totalidad de la mercancía, reservó una parte para ofrecerla en la Iglesia de San Nicolás. Al llegar allí, descubrió que San Antonio era idéntico al fraile que le había ayudado. Aunque menos arraigada en la historia de Madrid, la escena representada por Goya es mucho más espectacular, y no era para menos porque esta capilla formaba parte ya del Real Sitio de La Florida.

Los frescos de la cúpula muestran el momento en el que San Antonio de Padua se aparece milagrosamente en Lisboa para hacer testificar a un muerto. Al padre del santo le habían imputado la muerte de un joven y el franciscano voló en su auxilio. Elevado sobre una roca se dirige al cadáver que, ante la mirada perpleja de un tribunal popular, recobra la vida durante algunos segundos para negar la acusación. Más tarde volvería con la ayuda de unos los ángeles a Padua, la ciudad en la que residía.

Sin embargo, lo más interesante de la escena son los tipos humildes, las majas y los chisperos que ya en esta época acudían en romería cada 13 de junio. Los contemplamos desde abajo: se poyan en una barandilla, en la que cuelgan sus pañuelos y mantones, se asombran, ríen y charlotean, y puede que también que comenten nuestra llegada al templo.

En 1919 se trajeron los  restos mortales de Goya, que había muerto en el exilio en 1828. La cabeza nunca se encontró, como nos contaba aquí Eugenio Hernández . La tumba, compartida con la de su amigo Martín Miguel de Goicochea en Burdeos, estaba en muy malas condiciones. Desde entonces esta ermita es también el panteón del artista.

Para evitar que los frescos se deterioraran por el humo de las velas en 1925 se hizo una réplica justo al lado que es donde ahora se siguen oficiando las misas. Detrás del templo, pasadas las vías del tren y camino del Parque del Oeste, hay un cementerio en el que yacen algunos de los fusilados durante la Guerra de la Independencia. No obstante, la que probablemente sea la obra maestra el pintor, El 3 de mayo de 1808 en Madrid -conservada en el Museo del Prado-, hace alusión a los terribles hechos acaecidos a las faldas del cuartel de la montaña –donde hoy se encuentra el Templo de Debod. Más tarde se canalizaría el río Manzanares, que discurre a muy pocos metros del templo, y en el mismo lugar que ocupaba el Palacio de la Florida se construiría la Estación del Norte (actual estación de cercanías y centro comercial de Príncipe Pío).

La capilla sobrevivió a la Guerra Civil, pese a quedar en mitad del frente, entre la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria. Justo al lado la sidrería Casa Mingo, conocida por sus pollos asados, abre sus puertas desde 1888 en un antiguo almacén de material ferroviario, para el que habían trabajado muchos asturianos. Antes o después de visitar el templo merece la pena darse una vuelta por este barrio de Madrid que, pese a estar muy cerca del centro de la ciudad, conserva cierta atmósfera campestre.


Pese a tener un apellido de origen holandés, Ignacio Vleming se considera tan madrileño como un chotis. Es periodista y poeta, y comparte en este blog rincones, curiosidades y anécdotas de la ciudad.

 


 

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