Este edificio fue la sede de una institución benéfica fundada en 1623 para acoger a mujeres que querían dejar de ejercer la prostitución, de ahí el nombre de "recogidas" con el que se conoce popularmente. De aquella época solo quedan restos de la antigua iglesia, de fecha y autor desconocidos, reconstruida en 1897 por García Guereta, que rehizo la fachada con trazas clásicas y una gran espadaña en su centro. 

El convento, situado en el barrio de Chueca, fue reedificado en 1916 por Jesús Carrasco sobre las trazas del primitivo templo, conformándolo en torno a dos grandes patios, articulados con crujías en forma de L. La fachada de ladrillo con tongadas de mampostería evoca la arquitectura doméstica y conventual del siglo XVII, aunque introduce vanos con arcos mixtilíneos que rompen el posible sentido barroco.

En la década de 1980 fue rehabilitado y transformado interiormente para las oficinas de la Unión General de Trabajadores por José Luis Martín y Francisco Pol, con la colaboración de Santiago Pardo y Juan Miñé.