De un pequeño taller de marroquinería, fundado por Guccio Gucci en 1921 en su Florencia natal, a un auténtico imperio del lujo, que puede presumir además, junto con muy pocas firmas más, de contar no con admiradores, sino con una verdadera legión de adictos en todos los rincones del mundo que, ajenos a los cambios de dirección de la empresa, aguardan impacientes dos veces al año lo nuevo de cada temporada con el sello de la doble “G”. Y es que si hay algo que caracteriza a la casa Gucci es su constante renovación.

Hoy, la mano de Frida Giannini, que sustituyó a Tom Ford al frente del diseño, ha extendido el mítico negro de la marca a otros motivos más coloristas y estampados, tanto en las colecciones prêt à porter de hombre como las de mujer, aunque manteniendo la esencia del estilo puramente italiano de sus orígenes.

No en vano, se han seguido reinterpretando iconos de la firma, como el bolso Bambú que popularizó Grace Kelly, el modelo Jackie O -nombre que toma de su principal admiradora, Jackie Kennedy- y el legendario estampado Flora, que en la actualidad se aplica a accesorios, zapatos y relojes. El próximo fetiche será probablemente la denominada “Pelle Guccissima”, una piel con la firma estampada al calor, creada por Gianinni y disponible, como todos los productos de la marca, en la tienda Gucci de Madrid, que no podía tener otra ubicación que en la Milla de Oro de las compras de la capital, en una de las esquinas más emblemáticas: la de la calle Serrano con Ortega y Gasset.