Su longevidad no es más que una muestra de la calidad de su cocina, que ha cautivado a un público fiel desde 1940, atraído sin duda por la que desde entonces es la estrella del recetario de Edelweiss, el codillo elaborado con carne de cerdo cocida, acompañado por chucrut -repollo agrio fermentado- y puré de patata.

Las verduras y hortalizas toman aquí forma de exquisitas ensaladas, como la alemana, la de morro –con fiambre de jabalí, cebolla y vinagre-, la de arenques, regados con una crema elaborada con nata, mayonesa, pimienta y jugo de remolacha, o la de patatas, con panceta y vinagre agridulce. La suculencia del codillo obligará a una segunda visita para degustar las típicas salchichas de Francfort, la Bockwurst, la blanca, elaborada con ternera muy condimentada y la parrilla, así como el Goulash con speztles, guiso de ternera, similar al ragout, con salsa de pimentón, o el tartar de carne picada cruda con huevo, alcaparras y cebolla.

Aunque es aconsejable acompañar la carne con vino, no podía faltar en este establecimiento la cerveza alemana, entre la que destacan la negra y la Lowenbrau. Asimismo, resulta imposible marcharse sin probar cualquiera de sus exquisitos postres, como la Apfelstrudel –tarta de manzana – o la tarta de queso con arándanos.