A través de sus importantes colecciones de minerales, rocas y fósiles procedentes de todas las regiones españolas y de antiguos territorios coloniales, así como de yacimientos del registro mundial, el Museo Geominero tiene la función de conservar, investigar y difundir la riqueza y diversidad del patrimonio geológico, paleontológico y mineralógico.

A la importancia científica de estas colecciones, hay que añadir el valor histórico de las mismas, pues su origen se remonta a la creación de la Comisión del Mapa Geológico de España en 1849. Desde entonces se han nutrido de los trabajos realizados por el IGME (Instituto Geológico y Minero de España) a lo largo de más de 150 años de investigaciones geológicas y mineras.

Situado junto a la Escuela de Ingenieros de Minas de Velázquez Bosco, El Museo Geominero es una unidad del Instituto Geológico y Minero de España, Organismo Público de Investigación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, en cuya sede principal se encuentra ubicado, un inmueble inaugurado en 1927 por Alfonso XIII con motivo del XIV Congreso Internacional de Geología. El edificio cuenta con una fachada de monumental escala. En su interior, destaca una impresionante escalera imperial bordeada por parejas de columnas de piedra artificial que soportan una bóveda acristalada. Tras ella se encuentra la sala de exposición. 

El edificio fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento por la Comunidad de Madrid, en 1998, y está catalogado como edificio singular por la Gerencia Municipal de Urbanismo en el Plan de Ordenación Urbana de Madrid (1995), por el que goza de unas condiciones específicas de protección. 

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El Museo Geominero sigue teniendo hoy una enorme actividad. Algunos fines de semana y durante los periodos vacacionales suele organizar talleres educativos para niños y adultos.

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Suele pasar inadvertido pese a ocupar uno de los edificios más singulares del barrio de Chamberí. Obra de Francisco Javier de Luque, se trata de un ejemplo extraordinario de museo científico de principios de siglo de XX, con un salón central repleto de vitrinas de madera tallada y cubierto por una gran cristalera cenital que cuelga de una estructura de hierro forjado y plomo.