De la mano de los hermanos gaditanos Ricardo A. y José Manuel Romero, este restaurante ocupa el lugar dejado por el mítico local de copas del que mantiene el nombre. Su propuesta gastronómica, tras su paso por las cocinas de Aponiente o El Bohío, entre otros, se centra en platos sencillos tradicionales en los que el sabor y la ejecución son su punto fuerte.

El local, decorado de manera sencilla, mantiene algunos elementos decorativos del anterior negocio. Cuenta con una gran barra con 10 taburetes, mesas altas, con capacidad para 12 personas, y mesas bajas unidas por un banco corrido para otros 18 comensales. También dispone de una agradable terraza para 24 comensales.

La carta, de una decena de platos solamente, se compone de recetas elaboradas con productos de temporada, bien raciones para tomar en la barra, o platos cocinados a fuego lento para saborear tranquilamente en una de sus mesas.